Mover objetos con el pensamiento: ilusión y realidad

Las investigaciones que buscan usar las señales eléctricas de la actividad cerebral para interactuar con el mundo real, o con mundos virtuales, ofrecen esperanzas para las personas que han perdido movilidad. También abren interesantes posibilidades para el entretenimiento.

De niño me encantaban las películas deLa guerra de las galaxias, en especial cuando los personajes usaban su poder mental para mover objetos: espadas, naves espaciales, personas. Ése es un súperpoder que me gustaría tener. Hoy, que soy más maduro, sé que los superpoderes no existen, pero la tecnología permite a veces obtener algo muy parecido: ya podemos volar, desplazarnos a grandes velocidades, ver a través de los objetos y comunicarnos con personas ausentes, todo por medio de dispositivos tecnológicos. Así pues, caben dos preguntas: 1) con el estado actual de la tecnología, ¿será posible construir un artefacto que permita mover objetos con la mente? y 2) ¿qué beneficios nos aportaría, más allá del simple entretenimiento?

De qué está hecho el pensamiento

Hasta donde sabemos hoy, nuestras ideas y emociones están formadas por la suma de múltiples impulsos eléctricos producidos por las células principales del cerebro, llamadas neuronas. Cuando muchas neuronas vecinas emiten impulsos eléctricos al mismo tiempo, se retroalimentan y se sincronizan. Esta concertación de la actividad neuronal se manifiesta como una señal ondulatoria de ritmo particular que se puede visualizar por medio de un instrumento electrónico llamado electroencefalógrafo. En su versión menos invasiva (es decir, que no requiere cirugía craneal), las señales se capturan por medio de pequeños discos metálicos planos llamados electrodos que se adhieren al cuero cabelludo. La señal que captan los electrodos se puede graficar y analizar por medio de una computadora. Las gráficas forman patrones de líneas onduladas.

En una orquesta los instrumentos generalmente tocan de manera coordinada. La actividad concertada de las neuronas se parece a la de los músicos. Tanto en el cerebro como en la orquesta, el resultado final está cargado de significado —en la orquesta da como resultado ritmos, melodías y armonías, y en el cerebro ideas, pensamientos y emociones—. Los ritmos de la actividad neuronal constituyen un lenguaje de comunicación propio de las neuronas. A medida que vamos entendiendo su significado, encontramos también aplicaciones clínicas y tecnológicas de este conocimiento que hasta hace poco pertenecían al terreno de la ciencia ficción.

El lenguaje del cerebro

Estas anécdotas palidecen frente a la historia del descubridor de los ritmos neuronales. El Dr. Hans Berger creía en la telepatía, la idea de que los pensamientos y sensaciones se pueden trasmitir de un cerebro a otro por canales desconocidos. Berger deseaba aplicar los métodos de la ciencia para encontrar los fundamentos físicos de esos supuestos canales de comunicación telepática para tratar de demostrar que este fenómeno existía. En esencia quería encontrar la naturaleza de los pensamientos.

Al principio Berger estudió el flujo de la sangre en el cerebro para usarlo como medida indirecta de una supuesta energía psíquica que sería el fundamento de las ideas y sentimientos. Berger observó así que el cerebro recibe mucha sangre del corazón. En efecto, el cerebro usa el 20% de la sangre de cada latido. Es una gran cantidad de sangre y el cerebro pulsa con sus ires y venires. Los padres de niños recién nacidos pueden comprobar la pulsación si tocan ligeramente la «mollera», la región blanda superior de la cabeza del bebé.

Después de una cirugía craneal, algunos pacientes conservan regiones con fisuras que dejan abierto el paso al cerebro. En estas regiones fue donde Berger hizo sus primeras medidas indirectas de flujo sanguíneo a partir de la presión de la pulsación cerebral. Berger encontró que estas pulsaciones cambian con los estados mentales del paciente; por ejemplo, cuando pasa del placer al temor.

Amalgama entre cerebro y máquina

Si nuestros cerebros generan ondas eléctricas detectables, estas señales se pueden trasmitir a una computadora con el objetivo de usarlas para mover objetos virtuales, o incluso operar robots en el mundo real. Es decir, mediante nuestros pensamientos podríamos mover, por ejemplo, un brazo artificial. No se trata de telequinesis, sino de utilizar sensores, electrónica, mecánica y matemáticas para que un pensamiento se convierta en el movimiento a distancia de otro objeto. Empleamos nuestro conocimiento sobre la naturaleza y nuestra tecnología para mejorar y extender nuestras capacidades e interacciones con el entorno. Desde los años 70 hay investigaciones que buscan obtener un canal directo de comunicación entre el cerebro y la máquina. Lo que han ido revelando nos ha permitido entender mejor el funcionamiento del cerebro y desarrollar aplicaciones tecnológicas novedosas.

Vicente Torres Zúñiga

Artículo completo en: Mover objetos con el pensamiento: ilusión y realidad

Web : www.comoves.unam.mx

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